La arepa. Parte VI






La arepa.
Parte VI

·        Recopilación de su información como elemento histórico tradicional de Venezuela y Latinoamérica.
·        Elaborada con harina de maíz pilado y pulverizada, agua y sal.

·        El segundo sábado de septiembre, cada año, es la fiesta mundial de la arepa. Ocurre así desde el año 2013; tan sólo hace tres años, pero se está probando el reconocimiento a nivel mundial de nuestra gastronomía venezolana.


Fragmentos:

LA AREPA CRIOLLA
(Por Ramón David León)

El periodista y escritor venezolano Ramón David León (1.890 – 1.980), nos dejó un escrito muy pintoresco sobre la arepa. Este escrito está compilado en su libro Geografía Gastronómica Venezolana, publicado por primera vez en el año 1954.

Dos cosas dijo Ramón David acerca de la arepa: que es de origen indígena y que es predominantemente democrática. En este orden, primero, asoma la posibilidad de que la palabra arepa se derive de la voz indígena aripo, o plancha redonda de barro sobre la cual se cocinó en tiempos pre-hispánicos. Para él no había dudas del abolengo y la estirpe que poseía la arepa como hija indiscutible del maíz, cereal autóctono de nuestro continente.

Segundo, Ramón David León escribió sobre la arepa hacia mediados del siglo XX; en plena dictadura del General Marco Pérez Jiménez. Dijo que era inminentemente democrática pues no faltaba en la mesa del pobre y tampoco en la del rico, a pesar de la resistencia de estos últimos para aceptarla debido a sus propios prejuicios de élite en contra del maíz.

Si este encumbrado periodista viviera ya habría escrito sobre lo que sucede a la arepa en estos días. Un suceso hasta cierto punto contradictorio: por un lado el régimen que nos ocupa, con erradas políticas económicas y sociales, ha provocado la escasez de la arepa en la mesa de casi todos los hogares venezolanos: pobres y no pobres, ricos y no ricos. Un acontecimiento sin precedente en nuestra historia porque ningún orden dominante del pasado, planificó destruir la producción de alimentos básicos como el maíz, y éste parece hacerlo de forma premeditada. Ni siquiera en tiempos de conquista y colonización, cuando el europeo quiso imponer el trigo como alimento básico dominante, se logró desaparecer la arepa de la mesa de las mayorías. Por el contrario el maíz resistió, dominó y continuó siendo el alimento de los nuevos pobladores de nuestro continente. Por otro lado, y por causa de este mismo régimen, los venezolanos que se han ido hacia otras latitudes, han convertido a la arepa en su medio de subsistencia logrando así hacerla popular y famosa en el mundo entero, a tal punto que, hoy por hoy, tenemos un día en el que se celebra mundialmente a la arepa. Entonces, Ramón David León estaría triste de ver que el carácter democrático que el vio en la arepa ha sido destruido por políticos corruptos y traidores de nuestra identidad y gentilicio, pero tal vez, en alguna parte de su ser venezolano estaría feliz de ver cómo nuestra arepa indígena alcanza fama mundial, pese a una realidad calamitosa. Después de todo por allí dicen que de una cosa buena puede surgir una mala y de una cosa mala puede surgir una buena. Y así estamos.

Los dejo con Ramón David León, espero lo disfruten.


«Como el casabe, con el que comparte inmensa popularidad, la arepa es netamente indígena. Los indios, para confeccionarla, machacaban el maíz, previamente remojado, entre dos piedras, y extendían luego pequeños discos de masa sobre redondas planchas de arcillas caldeadas al fuego. Se alude al “aripo”, igualmente llamado “budare”, artefacto primitivo que da nombre al producto ». El maíz es el don vegetal más valioso que le haya concedido la Naturaleza al Nuevo Mundo. De él salen las arepas. Las hay blancas y amarillas, según el color del munífico grano. En Venezuela la arepa es un género unánimemente nacional, aunque no se consuma en la misma proporción intensa en todas nuestras regiones.
La arepa, como el papelón, es eminentemente democrática. No falta en la comida del pobre, y, sin hacer mayores esfuerzos, ha logrado conquistar las clases pudientes. Se trata mano a mano con el rico, sin trepadorismos ni sacrificios de amor propio. Posee valor específico. Jamás ha renegado de su abolengo indígena. Sabe que tiene estirpe. Convertida en “tostada” les enseña burlonamente la lengua a ciertos criollos candorosos cuando los escucha hablar de antepasados peninsulares fabricados a la medida. Ella, en cambio, conoce la limpieza genealógica de su origen; es hija legítima del maíz.
La arepa, como la hallaca, es otro producto culinario nativo que hace suspirar melancólicamente a los venezolanos cuando se encuentran fuera del recinto nacional. Entonces se la sueña embadurnada de mantequilla, se la recuerda de queso, se la piensa de chicharrón, se la añora con pescado frito o se la evoca con chorizos o carne a la parrilla… ¡Y siempre caliente!... Pese a sus claros blasones autóctonos, el democratismo criollo de la arepa no rechaza ninguna camaradería. Blanca o amarilla, sobre pulcros manteles o haciendo acto de presencia en mesones o mostradores de sospechosa limpieza, trata con igual fraternidad al descendiente del español que al negro o al indio. Bajo el mismo pie cordial hace amistad estrecha con los inmigrantes. Está íntimamente impuesta de que si vence es porque convence…» [1] 





[1] RAMÓN DAVID LEÓN, Geografía Gastronómica Venezolana, Reproducciones INCE, Caracas, Año 1972, Caracas, Pp. 9-10  

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