Plátano (musa paradisiaca)


Musa paradisiaca
El plátano
(Musa paradisiaca)
Gonzalo Fernández de Oviedo (Madrid, 1478 - Valladolid, 1557), militar, escritor, cronista y colonizador español; durante su segunda estadía en América, escribió el Sumario de la Natural Historia de las Indias (1526). En este sumario escribió cosas como estas acerca del plátano:
“Hay asimismo unas plantas que los cristianos llaman plátanos, los cuales son altos como árboles y se hacen gruesos en el tronco como un grueso muslo de un hombre, o algo más, y desde abajo hacia arriba echa unas hojas longuísimas y muy anchas (…) En el medio de este cogollo, en lo alto, nace un racimo con cuarenta o cincuenta plátanos, y más y menos, y cada plátano es tan luengo como palmo y medio, y de la grosera de la muñeca de un brazo, poco más o menos, según la fertilidad de la tierra donde nacen (…) Esta es una muy buena fruta, y cuando los abren y curan al sol, como higos, son después una muy cordial y suave fruta, y muy mejor que los higos pasos muy buenos, y en el horno asados sobre una teja o cosa semejante son muy buena y sabrosa fruta, y parece una conserva melosa y de excelente gusto.”
(Horacio Jorge Becco Crónicas de la Naturaleza del Nuevo Mundo, Cuadernos Lagoven, Pp. 131-132, Año 1991).
Musa paradisiaca

Fernández de Oviedo escribió esta descripción del plátano 34 años después que Colón llegara a nuestro continente. La ve como una fruta corriente y abundante en el suelo americano. Ahora bien, surge una pregunta importante: ¿es el plátano una fruta oriunda o nativa de América, como el tomate, el aguacate o la fresa, por ejemplo?
El plátano no es originario de nuestro continente. Es una herencia más producto del proceso colonizador y de mestizaje, una fruta foránea que hace medio milenio llegó a enriquecer de una manera muy profusa y diversa la dieta del hombre americano, casi que en el mismo orden del maíz, la yuca y la batata, entre otros alimentos oriundos que han forjado los hombres que somos hoy en día.
En los escritos de otro cronista importante de la época de la conquista de América, el padre José de Acosta (Medina del Campo, 1540 – Valladolid, 1600) antropólogo y jesuita, queda registrado de dónde puede ser nativo el plátano:
“Pasando a plantas mayores, en el linaje de árboles el primero de Indias de quien es razón hablar, es el plátano, o plantano como el vulgo le llama… Las hojas del plátano de Indias son de maravillosa grandeza, pues cubrirá una de ellas a un hombre poco menos que de pies a cabeza. Así que no hay para que poner esto jamás en duda: mas puesto que sea diverso este plátano de aquel antiguo, no por eso merece menor loor, sino quizás más por las propiedades tan provechosas que tiene…  quiere mucha humedad el plátano, y tierra muy caliente: échanle al pie ceniza para más beneficio: hácense bosques espesos de platanares, y son de mucho provecho, porque es la fruta que más se usa en Indias, y es casi en todas ellas universal, aunque dicen que su origen fue de Etiopía, y que de allí vino, y en efecto, los negros lo usan mucho, y en algunas partes este es su pan: también hacen vino de él. Cómese el plátano como fruta así crudo: ásase también, y guisase, y hacen de él diversos potajes, y aun conservas, y en todo dicen bien.”
(Horacio Jorge Becco Crónicas de la Naturaleza del Nuevo Mundo, Cuadernos Lagoven, Pp. 133-134, Año 1991).


Tanto Gonzalo Fernández de Oviedo como el padre José de Acosta, para el momento de sus observaciones, registraron que el plátano abundaba en las zonas tropicales y ecuatoriales de nuestro continente. Se había naturalizado con tanto éxito que formaba parte del paisaje natural y era sustento diario de la vida durante la conquista y la colonización. De ser así, se puede afirmar que el plátano llegó en las primeras huestes conquistadoras, primero a las islas como la Española, Cuba, Cubagua, Margarita, etc., y luego cuando penetraron por primera vez tierra firme a través del río Orinoco y así sucesivamente por cada lugar o pedazo de tierra que fueron conquistando desde México hasta el Perú. De tal manera que para finales del siglo XVI, el plátano, planta de lejanas tierras, ya se había adaptado como una fruta más de nuestro continente.

“Hay unos plátanos pequeños, y más delicados y blancos, que en la Española llaman Dominicos: hay otros más gruesos, y recios, y colorados. En la tierra del Perú no se dan: tráense de los Andes, como a México de Cuernavaca y otros valles. En Tierra Firme y en algunas islas hay platanares grandísimos como bosques espesos…” 
(Horacio Jorge Becco Crónicas de la Naturaleza del Nuevo Mundo, Cuadernos Lagoven, Pág. 134, Año 1991).

Comentarios

★MaRiBeL★ ha dicho que…
_____▒▒▒▒▒_____▒▒▒▒▒
____▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒
___▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒
____▒▒▒▒▒▓▓▓▓▓▒▒▒▒▒
_▒▒▒▒▒▒▓▓▓▓▓▓▓▒▒▒▒▒▒
▒▒▒▒▒▒▒▓▓▓▓▓▓▓▓▒▒▒▒▒▒
_▒▒▒▒▒▒▓▓▓▓▓▓▓▒▒▒▒▒▒
____▒▒▒▒▒▓▓▓▓▓▒▒▒▒▒
___▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒▒
____▒▒▒▒▒▒▒_▓▒▒▒▒▒▒▒
_____▒▒▒▒▒_▓____▒▒▒▒▒
______▒▒▒__▓______▒▒▒
____________▓
___▓▓▓____▓
_▓▓▓▓▓▓_▓
▓▓______▓▓
_▓_______▓__▓▓▓▓▓
__________▓_▓▓▓▓▓▓
__________ ▓▓______▓▓
__________ ▓________▓
__________▓
___████████████
_____█████████
_____█████████
______ ███████
______ ███████
Feliz fin de semana!
★MaRiBeL★